lunes, 13 de junio de 2011

el eraldo

                                                              el heraldo

Este es el artículo que publicamos el viernes, y en la cual la ejecutiva Ivette Jerman denuncia que su exesposo la tiene amenazada de muerte. Hoy la radio nacional ha hecho un amplio despliegue del tema:
De entrada su trato amable hace imperceptible el drama que vive, pero luego de una conversación de casi tres horas con Ivette Elena Jerman Striendinger se empieza a dimensionar el sufrimiento de una mujer maltratada, perseguida y con temor a que su vida acabe de repente por cuenta de una obsesión.
Como un mecanismo de desahogo que al mismo tiempo pretende ser un llamado de atención a las autoridades, esta ejecutiva de una compañía con sede en la ciudad le contó a EL HERALDO la forma en que su matrimonio de 21 años con Rafael Giha Nassar, se convirtió en un infierno, lo que aunque suene a frase de cajón parece ser el calificativo más ajustado a la realidad que narró.
La primera agresión se dio apenas unos meses después del nacimiento del segundo de sus tres hijos, en 1993, cuando le arrojó una jarra de agua fría en encima, en plena madrugada, cuando ella le reclamó por una relación extramatrimonial. “Me dijo que a los locos se les calmaba con agua fría”, anotó.
A esto le siguieron ataques verbales esporádicos en principio, y frecuentes en los últimos años: “no sirves para nada, eres una imbécil”, fueron algunas de las frases que Ivette se ‘acostumbró a escuchar.
Lo peor empezó en el 2006, cuando, tras dejar un negocio que había montado con apoyo económico de Giha, fue contratada por la empresa en la que hoy tiene un cargo directivo. Acoso permanente a través del celular y los teléfonos de la oficina eran el pan de cada día, mas Ivette trató de permanecer inalterable por sus hijos, quienes, de paso, son los testigos principales de los hechos. “Me decía: sal de ahí, eres una inepta, yo no entiendo cómo te tienen trabajando”.
El año pasado Rafael le pegó en medio de una discusión, tras lo cual se fue con sus hijos a una estación de policía, sin embargo no fue capaz de denunciarlo dado que él la encontró y alcanzó a convencerla diciéndole que se iría del apartamento. Sin embargo, después de unos días volvió y le prometió un buen comportamiento.
Semanas después Ivette tuvo que desplazarse a Riohacha con mucha frecuencia por motivos laborales, hecho que le sirvió para experimentar algo de independencia. “Aprendí a salir, a comer en la calle sola, a viajar sola en el carro”, comentó.
El 15 de noviembre debía volver a la capital guajira aunque estaba enferma pues tras una operación de ‘By pass’ gástrico sentía algunos malestares, cosa que le argumentó Rafael para evitar que se fuera. Según cuenta la mujer, su negativa le produjo tanta ira que le destrozó los celulares, le rompió la ropa, le pegó y la encerró en una habitación que, posteriormente, abrió uno de sus hijos luego de romperla. La situación la denunció ante la Comisaría de Familia del parque Olaya, donde le expidieron una medida de protección. Luego, en el CAI de la Electrificadora consiguió acompañamiento de un par de agentes de policía y pudo entrar a la residencia.
A partir de entonces ella decidió dejar a Rafael, quien al fin optó por buscar atención de sicólogos. Ivette le contó a una de las profesionales que los trató que definitivamente no quería volver con su esposo. “Lo peor -relató- que las pastillas y las gotas que le mandaron se las tomaba por chorros, era dsopado todo el tiempo”. Empero ninguno de los dos se marchó.
En diciembre pasado su marido intentó suicidarse en la sala del apartamento. Ella alcanzó a descolgarlo. Ese mismo mes firmaron un acuerdo de no agresión a instancias de la Comisaría de la Familia.
Luego de una nueva agresión contra ella, a Giha le impusieron una multa que no pagó argumentando no tener dinero.
Debido a que los problemas no cesaron, la mujer se fue con sus hijos aprovechando que una prima que se iba fuera del país necesitaba que le cuidaran una vivienda en Sabanilla. Allí las agresiones siguieron, su exmarido la perseguía, le gritaba improperios desde las afueras de la casa, le atravesaba el carro por donde ella circulaba, por lo que tuvo buscar apoyo policial diario para entrar a la vivienda.
Su excompañero ya pasó por atención siquiátrica, incluso el pasado miércoles, según Ivette, le dieron una orden de hospitalización, tema que fue dilucidado con el médico Jorge Escaf y los padres de Giha, en frente de los cuales el hombre volvió a amenazar con matarla. Ayer la Fiscalía pidió al Comando de la Policía Metropolitana protección a fin de evitar afectaciones futuras.
La ejecutiva abandonó la vivienda de Sabanilla y se mudó junto a sus hijos a casa de su mamá. Las llamadas y los correos electrónicos no han cesado: unos violentos, otros prometiendo paz. Ahora el temor es que Rafael no reciba el tratamiento que requiere y le haga a Ivette un daño definitivo, como ha pasado con tantas otras mujeres en la ciudad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario